Israel Bombing Of The British Embassy In Rome
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El atentado contra la Embajada Británica en Roma, 1946: Un audaz acto de violencia política

El 31 de octubre de 1946, una devastadora explosión sacudió la Embajada Británica en Porta Pia, Roma, marcando una significativa escalada en la campaña de violencia política liderada por el Irgun Zvai Leumi, un grupo paramilitar sionista revisionista. Este ataque terrorista, el primero de su tipo perpetrado por el Irgun contra personal británico en suelo europeo, subrayó la determinación del grupo para desafiar las políticas británicas que restringían la inmigración judía a la Palestina bajo mandato. El atentado dejó dos heridos, causó daños irreparables en el ala residencial de la embajada y generó ondas de choque en la comunidad internacional, destacando el alcance global de la lucha judía palestina.

Contexto: El Irgun y la lucha por Palestina

El Irgun, liderado por Menachem Begin, era una organización militante comprometida con establecer un estado judío en Palestina. Fundada en la década de 1930, se separó de la más moderada Haganá, abogando por la resistencia armada contra el dominio británico. El Libro Blanco británico de 1939, que limitaba severamente la inmigración judía a Palestina, fue un punto de inflexión para el Irgun, especialmente cuando las noticias sobre el Holocausto resaltaron la urgente necesidad de un hogar judío. Para 1944, bajo el liderazgo de Begin, el Irgun reanudó su campaña de violencia, atacando instalaciones británicas para forzar un cambio de política.

La Embajada Británica en Roma fue seleccionada como objetivo porque el Irgun creía que era un centro de "intrigas antijudías", obstruyendo la inmigración judía ilegal (Aliyah Bet) a Palestina. En ese momento, miles de refugiados judíos, muchos sobrevivientes del Holocausto, estaban alojados en campos de personas desplazadas en toda Europa, incluida Italia, donde el Irgun encontró terreno fértil para el reclutamiento.

El ataque: Planificación y ejecución

El atentado fue meticulosamente planificado por operativos del Irgun, quienes establecieron una red en Italia con el apoyo de grupos locales de resistencia antifascista y miembros del movimiento juvenil Betar, una organización sionista revisionista. En marzo de 1946, miembros del Irgun, incluidos refugiados como Dov Gurwitz y Tiburzio Deitel, establecieron una oficina fachada en la Via Sicilia de Roma, cerca de las oficinas de inteligencia aliadas, para coordinar operaciones. También se crearon dos escuelas de entrenamiento de comandos en Tricase y Ladispoli para preparar a los reclutas para misiones de sabotaje.

En la noche del 31 de octubre de 1946, los operativos del Irgun se dividieron en dos escuadrones. Un grupo pintó una gran esvástica en la pared del Consulado Británico, un acto provocador destinado a equiparar las políticas británicas con la opresión nazi. El segundo escuadrón colocó dos maletas con 40 kilogramos de TNT, equipadas con temporizadores, en los escalones de la entrada principal de la embajada en la Via XX Settembre. Un conductor notó las maletas sospechosas y entró al edificio para reportarlas, pero los explosivos detonaron antes de que se pudiera tomar alguna medida, causando una destrucción significativa. La sección residencial de la embajada quedó destruida sin posibilidad de reparación, aunque afortunadamente solo dos personas resultaron heridas. El embajador Noel Charles, un objetivo clave, estaba de permiso, lo que lo salvó del ataque.

Consecuencias: Investigaciones y arrestos

El ataque fue rápidamente atribuido a militantes extranjeros de la Palestina bajo mandato. Bajo presión del gobierno británico, la policía italiana, los Carabinieri y las fuerzas aliadas lanzaron una represión, dirigida contra miembros de Betar y refugiados judíos sospechosos de vínculos con el Irgun.
Tres sospechosos fueron arrestados poco después del atentado, seguidos por otros dos el 4 de noviembre. En diciembre, se logró un avance significativo con el descubrimiento de una escuela de sabotaje del Irgun en Roma, donde las autoridades confiscaron pistolas, municiones, granadas de mano y materiales de entrenamiento. Entre los arrestados estaban Dov Gurwitz, Tiburzio Deitel, Michael Braun, David Viten y un operativo clave, Tavin.

Uno de los arrestados destacados, Israel (Ze’ev) Epstein, amigo de infancia de Menachem Begin, intentó escapar de la custodia el 27 de diciembre de 1946, pero fue baleado durante el intento. Los británicos solicitaron que los sospechosos fueran extraditados a campos de prisión en Eritrea, pero no todos fueron transferidos. Para diciembre de 1946, cinco de los ocho arrestados fueron liberados, con esperanzas expresadas para la liberación de los prisioneros restantes, según la Liga Americana por una Palestina Libre.

Las autoridades italianas, inicialmente desconcertadas, también exploraron teorías alternativas. Algunos periódicos italianos especularon sobre “terroristas sionistas”, una afirmación negada vehementemente por el Dr.
Umberto Nachon de la Agencia Judía en Italia, quien argumentó que los judíos no tenían motivos para tal acto y que los británicos tenían muchos enemigos globales. Registros de archivo de 1948 revelaron más tarde sospechas de involucramiento del Partido Comunista Italiano, aunque no se encontraron pruebas concluyentes que respaldaran esta teoría.

Impacto y legado

El atentado tuvo consecuencias de gran alcance. Confirmó los temores, expresados por David Petrie de MI5 en mayo de 1946, sobre la expansión del terrorismo judío más allá de Palestina. El ataque humilló a los británicos, lo que llevó a Italia a imponer controles de inmigración más estrictos y un plazo de registro para refugiados hasta el 31 de marzo de 1947. Las operaciones del Irgun en Italia se vieron interrumpidas, obligándolos a trasladarse a otras capitales europeas, donde continuaron con ataques, como el atentado contra el Hotel Sacher en Viena, un cuartel militar británico.

El atentado también tensó las relaciones anglo-italianas y alimentó sentimientos antisemitas en el Reino Unido, ya que la opinión pública lidiaba con la audacia del ataque. Los líderes de la Agencia Judía condenaron el atentado, distanciándose de las tácticas del Irgun, pero el incidente destacó la naturaleza fracturada de los movimientos de resistencia judíos. El historiador italiano Furio Biagini argumentó más tarde que las audaces acciones del Irgun, junto con las de Lehi y la Haganá, contribuyeron a la eventual retirada británica de Palestina en 1948, complementando los esfuerzos diplomáticos de la Agencia Judía.

Las cicatrices físicas del ataque perduraron. El edificio de la embajada, adquirido por los británicos en el siglo XIX, quedó tan gravemente dañado que fue reemplazado por una nueva estructura, diseñada por Sir Basil Spence y abierta en 1971. El gobierno italiano proporcionó alojamiento temporal para el personal de la embajada en la antigua residencia de la princesa rusa Zinaida Volkonskaya en San Giovanni, que Gran Bretaña compró formalmente en 1951.

Conclusión

El atentado contra la Embajada Británica en Roma en 1946 fue un momento crucial en la campaña del Irgun contra las políticas coloniales británicas. Demostró la capacidad del grupo para proyectar poder más allá de Palestina, explotando el caos de la Europa de posguerra para avanzar en sus objetivos. Aunque el ataque logró un éxito inmediato limitado, amplificó la causa sionista en el escenario mundial, contribuyendo a las presiones que llevaron al establecimiento de Israel en 1948. Sin embargo, también destacó las complejidades morales y estratégicas de la violencia política, dejando un legado de controversia que continúa generando debate entre historiadores y formuladores de políticas.

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